31.12.09

Película: El penalti más largo del mundo

No, no es lo mismo que subí el martes...

Resulta que el cuento de Soriano conmovió a algún gallego que decidió llevar la historia al cine.



Fernando (Fernando Tejero) es un guardameta frustrado, de un equipo de fútbol de Tercera división. En el último partido de liga se juegan el ascenso y debe sustituir al portero titular tras pitar un penalti en contra. Cuando se disponen a lanzarlo unos hinchas invaden el campo y el partido se suspende. Se reanudará dentro de una semana, tiempo en el cual Fernando se debe preparar para pararlo. Si la para su equipo ascenderá a la Segunda división B por primera vez en la historia.




Les dejo el trailer de la película y un vídeo con algunas escenas:







30.12.09

Nada nuevo vi, en tus ojos




Seguimos con Quilmes...
No crea que haya un ciudadano/a argentino mayor de veinte años que no se acuerde de esta publicidad!!!

29.12.09

Cuento: El penal más largo del mundo

El penal más fantástico del que yo tenga noticia se tiró en 1958 en un lugar perdido del valle de Río Negro, en Argentina, un domingo por la tarde en un estadio vacío. Estrella Polar era un club de billares y mesas de baraja, un boliche de borrachos en una calle de tierra que terminaba en la orilla del río. Tenía un equipo de fútbol que participaba en el campeonato del valle porque los domingos no había otra cosa que hacer y el viento arrastraba la arena de las bardas y el polen de las chacras.

Los jugadores eran siempre los mismos, o los hermanos de los mismos. Cuando yo tenía quince años, ellos tendrían treinta y me parecían viejísimos. Díaz, el arquero, tenía casi cuarenta y el pelo.

El blanco que le caía sobre la frente de indio araucano. En el campeonato participaban dieciséis clubes y Estrella Polar siempre terminaba más abajo del décimo puesto. Creo que en 1957 se habían colocado en el decimotercer lugar y volvían a sus casas cantando, con la camiseta roja bien doblada en el bolso porque era la única que tenían. En 1958 empezaron ganándole a Escudo Chileno, otro club de miseria.

A nadie le llamo la atención eso. En cambio, un mes después, cuando habían ganado cuatro partidos seguidos y eran los punteros del torneo, en los doce pueblos del valle empezó a hablarse de ellos.

Las victorias habían sido por un gol, pero alcanzaban para que Deportivo Belgrano, el eterno campeón, el de Padini, Constante Gauna y Tata Cardiles, quedara relegado al segundo puesto, un punto más abajo. Se hablaba de Estrella Polar en la escuela, en el ómnibus, en la plaza, pero no imaginaba todavía que al terminar el otoño tuvieran 22 puntos contra 21 de los nuestros.

Las canchas se llenaban para verlos perder de una buena vez. Eran lentos como burros y pesados como roperos, pero marcaban hombre a hombre y gritaban como marranos cuando no tenían la pelota. El entrenador, un tipo de traje negro, bigotitos recortados, lunar en frente y pucho apagado entre los labios, corría junto a la línea de toque y los azuzaba con una vara de mimbre cuando pasaban a su lado. El público se divertía con eso y nosotros, que por ser menores jugábamos los sábados, no nos explicábamos como ganaban si eran tan malos.

Daban y recibían golpes con tanta lealtad y entusiasmo, que terminaban apoyándose unos sobre otros para salir de la cancha mientras la gente les aplaudía el 1 a 0 y les alcanzaba botellas de vino refrescadas en la tierra húmeda. Por las noches celebraban en el prostíbulo de Santa Ana y la gorda Leticia se quejaba de que se comieran los restos del pollo que ella guardaban en la heladera.
Eran la atracción y en el pueblo se les permitía todo. Los viejos les recogían de los bares cuando tomaban demasiado y se ponían pendencieros; los comerciantes les regalaban algún juguete o caramelos para los hijos y en el cine, las novias les consentían caricias por encima de las rodillas. Fuera de su pueblo nadie los tomaba en serio, ni siquiera cuando le ganaron a Atlético San Martín por 2 a1.

En medio de la euforia perdieron, como todo el mundo, en Barda del Medio y al terminar la primera rueda dejaron el primer puesto cuando Deportivo Belgrano los puso en su lugar con siete goles. Todos creímos, entonces, que la normalidad empezaba a restablecerse. Pero el domingo siguiente ganaron 1 a 0 y siguieron con su letanía de laboriosos, horribles triunfos y llegaron a la primavera con apenas un punto menos que el campeón.

El último enfrentamiento fue histórico por el penal. El estadio estaba repleto y los techos de las casas también. Todo el mundo esperaba que Deportivo Belgrano repitiera los siete goles de la primera rueda. El día era fresco y soleado y las manzanas empezaban a colorearse en los arboles.
Estrella Polar trajo más de quinientos hinchas que tomaron una tribuna por asalto y los bomberos tuvieron que sacar las mangueras para que se quedaran quietos.

El referí que pitó el penal era Herminio Silva, un epiléptico que vendía las rifas del club local y todo el mundo entendió que se estaba jugando el empleo cuando a los cuarenta minutos del segundo tiempo estaban uno a uno y todavía no había cobrado la pena por más que los de Deportivo Belgrano se tiraran de cabeza en el área de Estrella Polar y dieran volteretas y malabarismos para impresionarlo. Con el empate el local era campeón y Herminio Silva quería conservar el respeto por sí mismo y no daba penal porque no había infracción.

Pero a los 42 minutos, todos nos quedamos con la boca abierta cuando el puntero izquierdo de Estrella Polar clavó un tiro libre desde muy lejos y se pusieron arriba 2 a 1. Entonces sí, Herminio Silva pensó en su empleo y alargó el partido hasta que Padín entró en el área y ni bien se le acercó un defensor pitó. Ahí nomás dio un pitazo estridente, aparatoso y sancionó el penal. En ese tiempo el lugar de ejecución no estaba señalado con una mancha blanca y había que contar doce pasos de hombre. Herminio Silva no alcanzó siquiera a recoger la pelota porque el lateral derecho de Estrella Polar, el Colo Rivero, lo durmió de un cachetazo en la nariz. Hubo tanta pelea que se hizo de noche y no hubo manera de despejar la cancha ni de despertar a Herminio Silva. El comisario, con la linterna encendida, suspendió el partido y ordenó disparar al aire. Esa noche el comando militar dictó estado de emergencia, o algo así, y mandó a enganchar un tren para expulsar del pueblo a toda persona que no tuviera apariencia de vivir allí.

Según el tribunal de al Liga, que se reunió el martes, faltaban jugarse veinte segundos a partir de la ejecución del tiro penal y ese match aparte entre Constante Gauna, el shoteador y el gato Díaz al arco, tendría lugar el domingo siguiente, en el mismo estadio a puertas cerradas. De manera que el penal duro una semana y fue, si nadie me informa lo contrario, el más largo de toda la historia. El miércoles faltamos al colegio y nos fuimos al pueblovecino a curiosear. El club estaba cerrado y todos los hombres se habían reunido do en la cancha, entre las bardas. Formaban una larga fila para patearle penales al Gato Díaz y el entrenador de traje negro y lunar trataba de explicarles que esa era la mejor manera de probar al arquero.

Al final, todos tiraron su penal y el Gato atajó unos cuantos porque le pateaban con alpargatas y zapatos de calle. Un soldado bajito, callado, que estaba en la cola, le tiró un puntazo con el borseguí militar y casi arranca la red. Al caer la tarde volvieron al pueblo, abrieron el club y se pusieron a jugar a las cartas. Díaz se quedó toda la noche sin hablar, tirándose para atrás el pelo blanco y duro hasta que después de comer se puso un escarbadientes en la boca y dijo:

-Constante los tira a la derecha.
-Siempre -dijo el presidente del club.
-Pero él sabe que yo sé.
-Entonces estamos jodidos.
-Sí, pero yo sé que él sabe -dijo el Gato.
-Entonces tírate a la izquierda y listo -dijo uno de los que estaban en la mesa.
-No. El sabe que yo sé que él sabe -dijo el Gato Díaz y se levantó para ir a dormir.
-El Gato esta cada vez más raro -dijo el presidente el club cuando lo vio salir pensativo, caminando despacio.

El martes no fue a entrenar y el miércoles tampoco. El jueves, cuando lo encontraron caminando por las vías del tren estaba hablando solo y lo seguía un perro con el rabo cortado.

-¿Lo vas a atajar?- le preguntó, ansioso, el empleado de la bicicletería.

-No sé. ¿Qué me cambia eso?- preguntó.

-Que nos consagramos todos, Gato. Les tocamos el culo a esos maricones de Belgrano.

-Yo me voy consagrar cuando la rubia de Ferreyra me quiera querer -dijo y silbó al perro para volver a su casa.

El viernes, la rubia de Ferreyra esta atendiendo la mercería cuando el intendente del pueblo entró con un ramo de flores y una sonrisa ancha como una sandía abierta.
Esto te lo manda el Gato Díaz y hasta el lunes vos decís que es tu novio.

-Pobre tipo -dijo ella con una mueca y ni miro las flores que habían llegado de Neuquén por el ómnibus de las diez y media.

A la noche fueron juntos al cine. En el entreacto el Gato salió al hall a fumar y la rubia de los Ferreyra se quedó sola en la media luz, con la cartera sobre la falda, leyendo cien veces el programa sin levantar la vista.

El sábado a la tarde el Gato Díaz pidió prestadas dos bicicletas y fueron a pasear a las orillas del río. Al caer la tarde la quiso besar, pero ella dio vuelta la cara y dijo que el domingo a la noche, tal vez, después que atajara el penal, en el baile.

-¿Y yo cómo sé? -dijo él.

-¿Cómo sabés qué?

-Si me tengo que tirar para ese lado.

La rubia Ferreyra lo tomó de la mano y lo llevó hasta donde habían dejado las bicicletas.

-En esta vida nunca se sabe quién engaña a quién -dijo ella.

¿Y si no lo atajo? -preguntó él.

Entonces quiere decir que no me querés -respondió la rubia, y volvieron al pueblo.

El domingo del penal salieron del club veinte camiones cargados de gente, pero la policía los detuvo a la entrada del pueblo y tuvieron que quedarse a un costado de la ruta, esperando bajo el sol. En aquel tiempo y en aquel lugar no había emisoras de radio, ni forma de enterarse de lo que ocurría en una cancha cerrada, de manera que los de Estrella Polar establecieron una posta entre el estadio y la ruta.

El empleado del bicicletero subió a un techo desde donde se veía el arco del Gato Díaz y desde allí narraba lo que ocurría a otro muchacho que había quedado en la vereda que a su vez transmitía a otro que estaba a veinte metros y así hasta que cada detalle llegaba a donde esperaban los hinchas de Estrella Polar.

A las tres de la tarde, los dos equipos salieron a la cancha vestidos como si fueran a jugar un partido en serio. Herminio Silva tenía un uniforme negro, desteñido pero limpio y cuando todos estuvieron reunidos en el centro de la cancha fue derecho hasta donde estaba el Colo Rivero que le había dado el cachetazo el domingo anterior y lo expulsó de la cancha. Todavía no se había inventado la tarjeta roja, y Herminio señala la entrada del túnel con una mano temblorosa de la que colgaba el silbato.

Al fin, la policía sacó a empujones al Colo que quería quedarse a ver el penal. Entonces el arbitro fue hasta el arco con la pelota apretada contra una cadera, contó doce pasos y la puso en su lugar. El Gato Díaz se había peinado a la gomina y la cabeza le brillaba como una cacerola de aluminio.
Nosotros los veíamos desde el paredón que rodeaba la cancha, justo detrás del arco, y cuando se colocó sobre la raya de cal y empezó a frotarse las manos desnudas, empezamos a apostar hacía dónde tiraría Constante Gauna.

En la ruta habían cortado el tránsito y todo el Valle estaba pendiente de ese instante porque hacía diez años que el Deportivo Belgrano no perdía un campeonato. También la policía quería saber, así que dejaron que la cadena de relatores se organizara a lo largo de tres kilómetros y las noticias llegaban de boca en boca apenas espaciadas por los sobresaltos de la respiración.

Recién a las tres y media, cuando Herminio Silva consiguió que los dirigentes de los dos clubes, los entrenadores y las fuerzas vivas del pueblo abandonaran la cancha, Constante Gauna se acercó a acomodar la pelota. Era flaco y musculoso y tenía las cejas tan pobladas que parecían cortarle la cara en dos. Había tirado ese penal tantas veces -contó después- que volvería a patearlo a cada instante de su vida, dormido o despierto.

A las cuatro menos cuarto, Herminio Silva se puso a medio camino entre el arco y la pelota, se llevó el silbato a la boca y sopló con todas sus fuerzas. Estaba tan nervioso y el sol le había machacado tanto sobre la nuca, que cuando la pelota salió hacía el arco, el referí sintió que los ojos se reviraban y cayó de espalda echando espuma por la boca. Díaz dio un paso al frente y se tiró a su derecha. La pelota salió dando vueltas hacía el medio del arco y Constante Gauna adivinó enseguida que las piernas del Gato Díaz llegarían justo para desviarla hacia un costado. El gato pensó en el baile de la noche, en la gloria tardía y en que alguien corriera a tirar la pelota al córner porque había quedado picando en el área.

El petiso Mirabelli llegó primero que nadie y la sacó afuera, contra el asombrado, pero el arbitro Herminio Silva no podía verlo porque estaba en el suelo, revolcándose con su epilepsia. Cuando todo Estrella Polar se tiró sobre el Gato Díaz, el juez de línea corrió hacía Herminio Silva con la bandera parada y desde el paredón donde estábamos sentados oímos que gritaba "¡no vale, no vale!".
La noticia corrió de boca en boca, jubilosa. La atajada del Gato y el desmayo del árbitro. Entonces en la ruta todos abrieron las botellas de vino y empezaron a festejar, aunque el "no vale" llegara balbuceado por los mensajeros como una mueca atónita.

Hasta que Herminio Silva no se puso de pie, desencajado por el ataque, no hubo respuesta definitiva. Lo primero que preguntó fue "qué pasó" y cuando se lo contaron sacudió la cabeza y dijo que había que patear de nuevo porque él no había estado allí y el reglamento decía que el partido no puede jugarse con un árbitro desmayado. Entonces el Gato Díaz apartó a los que querían pegarle al vendedor de rifas de Deportivo Belgrano y dijo que había que apurarse porque esa noche él tenía una cita y una promesa y fue otra vez bajo el arco.

Constante Gauna debía tenerse poca fe, porque le ofreció el tiro a Padini y recién después fue hacía la pelota mientras el juez de línea ayudaba a Herminio Silva a mantenerse parado. Afuera se escuchaban bocinazos de festejo y los jugadores de Estrella Polar empezaron a retirarse de la cancha rodeados por la policía.

El pelotazo salió hacía la izquierda y el Gato Díaz se fue para el mismo lado con una elegancia y una seguridad que nunca más volvió a tener.
Costante Gauna miró al cielo y después se echó a llorar. Nosotros saltamos del paredón y fuimos a mirar de cerca a Díaz, el viejo, el grandote, que miraba la pelota que tenía entre las manos como si hubiera sacado la sortija de la calesita.

Dos años más tarde, cuando él era una ruina y yo un joven insolente, me lo encontré otra vez, a doce pasos de distancia y lo vi inmenso, agazapado en punta de pie, con los dedos abiertos y largos. En una mano llevaba un anillo de matrimonio que no era de la rubia de los Ferreyra sino del hermano del Colo Rivero, que era tan india y tan vieja como él. Evité mirarlo a los ojos y le cambié la pierna; después tiré de zurda, abajo, sabiendo que no llegaría porque estaba un poco duro y le pesaba la gloria. Cuando fui a buscar la pelota dentro del arco, el Gato Díaz estaba levantándose como un perro apaleado.

-Bien, pibe -me dijo-. Algún día, cuando seas viejo, vas a andar contando por ahí que le hiciste un gol al Gato Díaz, pero para entonces ya nadie se va a acordar de mí.



Cuento incluído en el libro: "Rebeldes, Soñadores y Fugitivos" de Osvaldo Soriano, 1988, ED: Seix Barral



27.12.09

Venía rápido, muy rápido y se le soltó un patín


¡FUERZA ENANO!


24.12.09

Luzbelito está creído que fue el quien nació en Belem


"Ya se acerca nochebuena
ya se acerca navidad.
Somos todos criminales

del gran Mambo Criminal"






¡El Mambo Criminal les desea felices fiestas a todos sus integrantes!


Es un sentimiento... no puedo parar!





Parece que lo que subí el otro día sobre "Puerta 12" gustó... Así que decidí que, de ahora en adelante, todos los jueves voy a hablar sobre películas relacionadas con el fútbol.

Hoy es el turno de una viejita "El Hincha" es una película muy recomendable que protagoniza un ex-alumno del Acosta Enrique Santos Discepolo.
Aquel que no tuvo la oportunidad de verla y le surja interés a partir de ver los fragmentos de abajo pídamela que la tengo en mi casa.




Sinopsis:

La película es la historia de El Ñato (Discépolo), un trabajador mecánico ya maduro, hincha fanático de fútbol, que encuentra el sentido de su vida en alentar, seguir y colaborar con el club de sus amores, al punto de postergar indefinidamente el casamiento con su eterna novia (Diana Maggi). Para él “primero son los colores del club, después los macaneos amorosos”.

El club se encuentra en problemas y en riesgo de descender. El hincha cree encontrar entonces la solución en Suárez (Mario Passano), un joven y talentoso jugador de las inferiores, que además está de novio con su hermana, y que juega por el sólo placer de jugar, sin ambiciones económicas ni de fama.

Aunque el hincha termina siendo defraudado por la corrupción de los intereses comerciales vinculados al fútbol, vuelve a encontrar en los “pibes” y el “potrero”, la razón de ser del fútbol y de su pasión. Cierra con un monólogo muy recordado sobre el hincha, el fútbol y la vida.

Con esta película entra al cine argentino el mundo popular de la afición al fútbol, “la barra del café, el partido del domingo, el ritual del antes y después del estadio”.








23.12.09

Y te esnifan la cabeza

Es una lástima que uno de los mejores jugadores del mundo se haya retirado de esta manera de un mundial, también es una lástima que el mezquino juego de una selección que tuvo que robarle a Australia para pasar a cuartos de final haya sido premiado con la copa FIFA en el último certamen. Pero en fin, el cabezazo que le puso Zidane en la final de Alemania ´06 al salame de Materazzi tuvo muchas repercusiones, estas son algunas:


(El video original que ya todos conocemos)



(Es un garrón escucharlo hablar a Stewie en gallego, pero bueno...)



(Que mal que me cae...)



(Un par de boludeces)



(Otra boludés más...)



(Hasta se hizo un juego)

22.12.09

Cuanto más alto trepa el monito, así es la vida el culo más se le ve

Decime vos para qué cuernos te hice semejante promesa. Se ve que me agarraste con la defensa baja y te dije que sí sin pensarlo. Pero esta mañana, cuando me levanté, y tenía un nudo en la garganta, y una piedra que me subía y me bajaba desde la boca hasta las tripas, empecé como loco a buscar alguna excusa para hacerme el otario. Pero no me animé a fallarte, y a los muchachos los había casi obligado a combinar para hoy, así que no podía ser yo quien se borrara.

-¿A dónde vas? -me preguntó Raquel, cuando vio que a las doce dejaba el mate e iba a vestirme.

-A la cancha, con los muchachos -le dije. No agregué palabra. Ella, que no sabía nada, pobre, se moría por preguntarme. De entrada había pensado en contarle. Pero viste cómo son las minas. Capaz que las agarras torcidas y te empiezan con que no, con que cómo se te ocurre, con que yo que Rita los saco a escobazos, a vos te parece hacer semejante cosa. Y yo no estaba de ánimo como para andar respondiendo cuestionamientos. Por eso no abrí la boca. Y Raquel daba vueltas por la pieza mientras yo me ponía la remera y me ataba los cordones. Me ofrecía un mate más para el estribo. Me decía te preparo unos sandwiches y te los comés por el camino. Me seguía por la casa secundando mis preparativos. A la altura del zaguán no pudo más:

-Pensé que habían dejado de ir -me soltó. Me volví a mirarla. No era su culpa.

-Pero hoy vamos -respondí. La besé y me fui.

Eran las doce y cuarto. Llegué a lo de Beto a la una menos veinte.

-Pasa que estoy terminando de embolsar el papel. Dame una mano. -Me hizo pasar a un comedor sombrío, donde el rigor del mediodía de noviembre se había convertido en una penumbra agradablemente fresca.- Llená esa bolsa, que yo termino con ésta. -Lo obedecí. Al salir pasó llave a la puerta y me dio una de las dos bolsas para que cargara.- Metéle pata que llegamos al de menos cinco.

Con la lengua afuera subimos al tren y nos tiramos en un asiento de cuatro. Casi no hablamos en todo el viaje. Cuando bajamos, el Gordo estaba sentado en los caños negros y amarillos del paso a nivel. Nos hizo una seña de saludo y se desencaramó como pudo.

-Quedé con Rita que pasábamos una y media. Métanle que vamos retrasados. ¿Se puede saber por qué tardaron tanto?

-Cómo se ve, Gordo, que esta mañana no tuviste que hacer un carajo -le marcó Beto, con un gesto hacia las bolsas repletas de papelitos.

Caminamos las tres cuadras en silencio. Rita estaba esperándonos, porque apenas el Gordo hizo sonar el timbre nos abrió y nos hizo pasar a la sala. Nos turnamos para intercambiar besos y palmadas, pero después no supimos qué decir y nos quedamos callados. En eso se sintió ruido de tropilla por el pasillo, y entró Luisito hecho una tromba pateando la número cinco contra las paredes y vociferando goles imaginarios. Cuando nos vio, largó la pelota y vino a abrazarnos entre gritos de alegría.

-¿Te gusta, tío Ernesto? -me preguntó mientras estiraba con ambas manos la camiseta lustrosa que tenía puesta.

-Che, dejáme mirarte un poco. -Hice un silencio de contemplación admirativa.- Pero ya parecés de la Primera, Luisito. ¿Vieron muchachos?

Los otros asintieron con ademanes grandilocuentes.

-Andá a buscarte el abrigo, Luis -mandó Rita, y dirigiéndose a nosotros: -¿Toman algo, chicos?

-No, nena, gracias. Vamos un poco atrasados -respondí por todos.

-Vení, Ernesto, acompañáme.

Rita me hizo seguirla hasta el dormitorio, mientras el Gordo y Beto le tomaban lección a Luisito sobre la formación del equipo en las últimas dos campañas.

-La verdad, es que mucho no lo entiendo, Ernesto. Pero bueno, si te lo pidió habrá sido por algo.

Yo, para variar, no supe qué decir. Preferí preguntar: -¿A Luisito qué le dijiste?

Me miró con ojos húmedos -Le dije la verdad. -Y luego, dudando:- ¿Hice mal?

¿Y yo qué sé?, pensé. -Quedáte tranquila, nena. Hiciste bien -respondí.

Cuando volvimos a la sala, el Gordo me informó en tono solemne que el pibe se había trabucado únicamente con el reemplazante de Cajal entre la quinta y la décima fecha del torneo anterior.

-Por lo demás estuvo perfecto -concluyó sonriendo.

Nos turnamos para estrechar, ceremoniosos, la mano del aprendiz, que no cabía en sí del orgullo. Después nos despedimos de Rita y partimos.

En la esquina compramos una Coca grande. Nos la fuimos pasando mientras esperábamos el colectivo.

-El que toma el último sorbo, la liga -lancé.

-No seas asqueroso -me reconvino Beto.

-Y vos no seas pelotudo -lo cortó el Gordo. Valió la pena la chanchada sólo por verle la cara de repugnancia al pobre Beto. Como es de práctica en estos casos, el último trago se fue prolongando hasta límites inverosímiles. Y se cruzaron acusaciones recíprocas de: «¡Che, vos no tomaste, escupiste!», y otras por el estilo. El Gordo, en un acto de arrojo, terminó con el suplicio cerrando los ojos y bebiendo de un trago. Ahí Beto pudo desquitarse con cinco o seis cachetazos a la espalda monumental del otro. Luisito se reía como loco. Y yo por un ratito me olvidé del asunto que traíamos entre manos.

Bajamos del colectivo a cuatro cuadras de la cancha, en la parada de siempre. Eran las dos y media, más o menos.

-¿Alguno sabe cómo cuernos vamos a pasar los controles de la cana? -A veces Beto y su buen criterio me sacan de quicio.

-Dame una de las dos bolsas -le contesté haciéndome el impaciente.

Porque en el fondo tenía razón. Si nos paraba la cana, ¿qué decíamos? Disimulé el asunto cuanto pude, entre los rollos de cinta y papel de diario picado. Se la di a Luisito. Rita tenía razón, pensé. Mejor que el pibe sepa.

-Ustedes esperen acá a que entremos. Nos vemos en la puerta tres.

Si pasamos acá ya está, me dije mientras nos acercábamos al cordón policial. Caminábamos sin apurarnos. Mi mano descansaba en el hombro de Luisito. Me nacía llevarlo de la mano, pero como ya cumplió los diez pensé que a lo mejor lo ponía incómodo. A él lo revisó una mujer policía, que apenas hojeó por encimita el contenido de la bolsa. A mí faltó que me sacaran radiografía de tórax y me pidieran el bucodental, pero finalmente pasé. En el acceso mostré los carnets y seguimos viaje. Menos mal que había ido a pagar las cuotas atrasadas en la semana, porque cuando pasamos por la ventanilla vi que la cola era un infierno. Entramos a la cancha y me fui derechito adonde me pediste: contra el alambrado, debajo del acceso tres, a mitad de camino entre el mediocampo y el área. Un lugar de mierda, bah. Para el arco más cercano te da el sol de frente desde media tarde. El otro arco no se ve, apenas se adivina. Desde esa altura te lo tapa desde el juez de línea hasta el pibe que alcanza la pelota. Además, cualquier tumulto que haya en las gradas se te vienen encima y te dejan hecho puré contra los alambres. Pero al mismo tiempo es un lugar histórico: el único sitio que supimos conseguir aquella tarde gloriosa en que salimos campeones por primera (y hasta ahora única) vez en nuestra perra y sufrida vida. Por eso me lo pediste. Y por eso enfilamos para ahí apenas entramos.

Beto y el Gordo llegaron a los cinco minutos.

-¿Cuándo empieza la reserva? -preguntó el Gordo, que venía jadeando.

-En diez minutos -contesté.

-No es por nada, pero ¿vieron la altura que tiene el alambrado? -Beto seguía empeñado en su maldito sentido común.

-Ya veremos -lo fulminé con una mirada de no hinches más, te lo pido por lo que más quieras.

-Déjense de pavadas y vamos a jugar a algo. -El Gordo estaba decidido a cumplir los rituales adecuados. Se plantó contra el alambrado y nos invitó a acompañarlo.

-Ahora vas a ver cómo matan el tiempo los turros de tus tíos -le expliqué a Luisito.

-¿Cuál querés? -El Gordo le cedió la iniciativa a Beto.

-Dame al cuatro de ellos.

-Como quieras. Yo me quedo con el diez nuestro.

-¿A qué juegan, tío?

-Esperá -contesté-. Esperá y vas a ver.

Apenas empezó el partido de reserva le vino un cambio de frente al diez de nuestro equipo. Como la cancha es un picadero, la pelota tomó un efecto extraño y se le escapó por debajo de la suela.

-¡Dale pibe! -tronó la voz frenética del Gordo-. ¡A ver si te metés un poco en el partido! -El muchacho pareció no darse por enterado.

Al rato el cuatro visitante pasó como una exhalación pegado al lateral y tiró un centro precioso, aunque ningún compañero llegó a cabecearlo. Beto se colgó bien del alambrado e inició su participación en la competencia.

-¡Levantá la cabeza, pescado! ¡Hacé la pausa! ¿Siempre el mismo atorado? ¿Será posible? -Beto vociferaba mientras el cuatro intentaba volver a recuperar las marcas.

Luego el diez nuestro eludió a un par de tipos y largó la pelota a tiempo. Enseguida se volvió hacia el alambrado y buscó al que lo había increpado, como diciendo a ver qué pavada decís ahora. El Gordo no perdió tiempo.

-¡Por fin, muerto! ¡Por fin diste un pase como la gente, finadito!

Beto estaba nervioso. Su candidato estaba muy tirado atrás, y no frecuentaba nuestro territorio. El Gordo se encaminaba a una victoria indiscutible. Su hombre recibió el balón cerquita nuestro, lo protegió, y antes de que pudiera hacer más recibió la atropellada de un rival que lo dejó tendido encima de la línea de cal.

-¡Ma sí! ¡Lo mejor de la tarde! ¡Partílo en dos, total, pa' lo que sirve...! ¿Qué hacés juez? ¿A quién vas a amonestar? ¿Por qué mejor no lo echas al petiso ése, que tiene menos huevos que mi tía la soltera?

El diez, pobre pibe, saturado, apenas se puso de pie se acercó al alambrado, lo ubicó al Gordo y le vomitó todos los insultos que pudo antes de que el línea lo llamara al orden. Era el final.

-¡Tiempo! -gritó el Gordo, con los brazos en alto-. ¡Beto, pagá los panchos!

-Si serás turro, Gordo, no te gano desde el año pasado...

-Es una ciencia, pibe, es una ciencia -agregó el Gordo con aires de importancia, mientras se sacaba la camisa empapada en el sudor del esfuerzo.

La verdad es que mientras los escuchaba me divertí de lo lindo. Creo que hasta por un momento me olvidé de toda nuestra tormenta, de toda la bronca que teníamos adentro, de toda la rabia que juntamos desde abril hasta la semana pasada. Pero apenas volvimos de comprar los panchos y nos tiramos en las gradas a comerlos, el asunto se impuso en todo su tamaño.

-Vamos a tener que hacernos caballito -de nuevo la voz de Beto, llamándome a la realidad. Miraba el alambrado de arriba a abajo, tratando de calcular la altura-. Está mucho más alto que cuando dimos la vuelta, ¿no?

-No, lo que pasa es que ahora sos quince años más viejo, nabo. -El Gordo era un optimista de raza, no cabían dudas.

-Déjate de joder, que hablo en serio. Cuando salimos campeones nos hicimos caballito y saltamos enseguida. Y aparte no estaba el de púas arriba de todo. ¡Mirá ahora!

-Tiene razón, Gordo -intervine-. Por las púas no te preocupes. Para eso me traje la campera gruesa. Lo que me da miedo es la cana. No nos van a dejar ni mamados.

Pero el Gordo no era hombre de dejarse derrotar rápidamente.

-¿Y vos te pensás que con la gente que va a haber a la hora del partido se van a andar fijando? No te calentés, Ernesto.

-Ojalá, Gordo. Ojalá sea como vos decís.

-La única es hacerlo rápido, en medio del kilombo de la entrada. -Beto hablaba mirándose los zapatos. Estaba tenso.

-Creo que Beto tiene razón -concedí-. Igual tenemos que apurarnos.

Terminamos los panchos y volvimos al alambrado. La cancha se iba llenando de a poco. Pensé que era una suerte. Porque así, a cancha llena, era mejor. Somos una manga de ilusos, me dije: ganamos tres partidos y venimos como chicos a esperar que rompan la piñata. Cuando terminó el preliminar, la gente que estaba sentada tuvo que pararse porque ya no se veía nada. Habían llegado las banderas. Un par de pibitos las ataban en la parte alta del alambrado. Estaban sonando los bombos. De repente, un cantito nació del codo más cercano a la platea. La gente empezó a prenderse. Nosotros también cantamos. Cuando Luisito se sacó la camiseta y empezó a revolearla por sobre su cabeza, y le vi los hombritos pálidos y las pecas, retrocedí treinta años, me acordé de vos y me puse a llorar como un boludo. Beto me pegó dos bifes y me sacudió la melancolía:

-No seas imbécil, a ver si te ve el pibe.

El Gordo cantaba como un poseído. Desde el codo llegó otro canto a encimarse con el primero. Pero ahora la gente saltaba. Y yo sentí esa sensación indescriptible de estar en una cancha envuelto por el canto de la hinchada nuestra, el vértigo del piso moviéndose bajo los pies y ese canto que cinco mil tipos vociferan desafinados pero que todo junto suena precioso, como si hubiesen estudiado música.

Corrieron la tapa del túnel y el Gordo hizo una seña. Se plantó bien firme sobre las dos piernas abiertas y se agarró fuerte del alambrado. Beto se le trepó como pudo, escalando la carne rosada de la espalda del otro.

-¡Aaaaayyyyyy! ¿Para qué mierda venís a la cancha en mocasines, tarado?

-¡Calláte y quedáte quieto, Gordo, que me estoy cayendo al carajo!

-¡Metánlé, metanlé! -Yo miraba para todos lados buscando a los canas, pero no se veía nada.

Beto llegó por fin hasta los hombros del otro, atenazó el alambrado con las manos finitas y me gritó que subiera. Me di vuelta hacia Luisito, que interrumpió la revoleada de camiseta para darme un abrazo tan fuerte que me temblaron de vuelta las piernas.

-Gracias, tío -me dijo. ¿Te das cuenta, el mocoso? Va y me dice gracias, tío. Y yo con esta cara de boludo, llorando como una madre, semejante grandulón de cuarenta y tres pirulos, pelado como felpudo de ministerio, socio conocido y respetado de la institución, subiéndome a babuchas de un gordo que insulta en dos idiomas mientras sostengo entre los dientes una bolsa de papel picado.

Pero por otro lado, mejor, porque el llanto y la sensación de ridículo me lavan, ¿entendés?, me purifican. Porque mientras le piso la cabeza al Gordo suelto una risita al escuchar su puteada, y mientras flameo a punto de caerme, y me agarro como puedo de la camisa de Beto y siento cómo ceden las costuras, empiezo a ver la cancha como aquella vez, hasta las manos de gente, ¿te acordás? Un gentío increíble, mientras subíamos al alambrado para tirarnos a dar la vuelta. La soñada, la prometida, la imprescindible vuelta olímpica que nos juramos dar cuando fuimos por primera vez a la cancha los cuatro, un miércoles que nos rateamos de séptimo grado, y aunque perdimos tres a cero dijimos «el fin de semana volvemos», y volvimos a perder como perros, pero de nuevo juramos «hasta que salgamos campeones vamos a seguir viniendo». Y ese día, el glorioso, vos me decías: «¿Viste, Ernesto?, ¡mira lo que es esto, mira lo que es esto!», y desde lo alto del alambre me mostrabas las dos cabeceras llenas, el hervidero del sector Socios, la platea enloquecida. Y ahora es casi igual, porque mientras me acomodo en los hombros de Beto y trato de recuperar el aliento veo a todo el mundo saltando y gritando, y escucho los petardos, y veo las banderas que brillan en el sol de noviembre y es casi lo mismo, porque viendo la cancha así pienso que si salimos campeones una vez podremos salir de nuevo, y me duelen los dientes de tan apretados que los tengo sobre la bolsa pero no me importa, ni me importan los cuatro policías que vienen abriéndose paso entre la gente para bajar a esos tres boludos que se creen equilibristas soviéticos. Porque al final entiendo todo, porque ahora se me borra el dolor de tu ausencia, o mejor dicho ahora te encuentro, y me parece que todo cierra, que nos rateamos en séptimo y que vinimos en las buenas y en las malas y que te enfermaste y que me pediste y que te prometí solamente para esto, para que yo me estire y me agarre del alambre de púas y con la mano libre abra la bolsa y hurgue en el fondo y encuentre bien guardada la cajita. Para que vocifere dale campeón, dale campeón, junto con el Gordo, con Beto, con Luisito y con los otros cinco mil enajenados; para que la abra mientras miro al cielo y al sol que se recuesta sobre la tribuna visitante, para que entienda al fin que allí te vas y te quedás para siempre, en ese grito tenaz, en ese amor inexplicable, en las camisetas que empiezan a asomar desde el túnel, y en ese vuelo último y triunfal de tus cenizas.


Cuento incluído en el libro: "Esperándolo a Tito y otros cuentos de fútbol" de Eduardo Sacheri, año 2000 , ED: Galerna






Además del texto, les dejo el relato del mismo contado por Alejandro Apo en su programa de radio





20.12.09

Si hace falta hundir la nariz en el plato, lo vamos a hacer

El día de las elecciones vote MASCARO - FABRIZIO


(boleta oficial)



Plataforma electoral del partido oficialista:


La institución:

Asociación de ex-alumnos se presentará un candidato para las próximas elecciones de la asociación en busca de que el Mambo este representado en las altas esferas del Acosta.

La sede el patio de la casa del Mono seguirá siendo el espacio de reunión hasta que se cierre el contrato por la casa de Kalu


El equipo:

Contratación de refuerzos se concretarán los pases de Sebastián Díaz, Aldo Osorio y Satanás Paez.

Premios por obtención de resultados favorables se premiará el sacrificio y la entrega con un Fernet de 750 y las victorias con uno de litro.

Candidatos a ocupar el puesto de DT se manejan los nombres de Karina Acosta, Nelson "El Negro" Mendoza, El Chulo Rivoira y una posible dupla técnica entre Azul y Rocío Conde (las hijas de Dieguito)

Concentraciones se está cerrando un acuerdo con Dolly´s para concentrar en el local previo a los partidos de eliminatorias y contra Los Eternos



Indumentaria:

Vestir los colores criminales fuera y dentro de la cancha se realizará un convenio con Sport 2000 para consguir en primer lugar las chombas, los pantalones cortos y más tarde los bolsos, las camperas y el micro de dos pisos con aire acondicionado.


Hinchada:

Trapos se confeccionarán en principio dos banderas más para teñir de blanco y negro la tribuna criminal.

Viajes a cada hincha se le entregará una tarjeta "monedero" con la carga suficiente para realizar los viajes (sólo de ida) a los partidos del Mambo.

Vianda en el transcurso de los entretiempos se le entregará a cada hincha un alfajor Jorgelín y un vaso de soda o gaseosa Ciudad del Lago (a elección)


Nuevos auspiciantes se están cerrando los acuerdos con:

"La Perlita" y "Cerveza La Diosa" que nos proporcionarán las provisiones para la cena post-partidos.

"Querubín" quien se ofreció a lavar las remeras una vez cada quince días.

Está casi todo acordado con "Nextel" que nos proporcionará un celular con crédito ilimitado para llamarlo al Guacho cuando llega tarde y putearlo en cuatro idiomas.

"La Casa del Audio" se ofreció a brindar una cámara digital de 2.0 mega pixeles y un camarógrafo para registrar en imágenes los encuentros del Mambo.

"Supermercado Kiki" la "amiga" se comprometió a darnos una bolsa de caramelos cada fin de semana a cambio de llevar su nombre en el pantalón.

19.12.09

Están baldeando el mundo




Ya no se si reir o llorar... ¿a quién putear cuándo el que te caga un fin de semana tras otro es el clima? No llovió un puto día de la semana ¿por qué tenía que llover hoy?...
Si no me fallan los cálculos, jugamos 7 partidos a lo largo del clausura de este año y vimos casi la misma cantidad de fechas suspendidas por lluvia, un verdadero cachibache.

17.12.09

Quiero verte huir como un ladrón al que nunca pueden atrapar y apretar en tu bolsillo todo el metálico brillo sin temor.



El domingo viendo las imágenes del policía que disparaba contra los hinchas de Newell´s, cuando estos salían del estadio luego de perder su posibilidad de salir campeones ante San Lorenzo, se me vinieron a la cabeza todos los comentarios que se hacen en contra de los hinchas de fútbol cada vez que hay incidentes antes o después de un partido.

No voy a negar que hay desquisiados que, lejos de ser pacíficos, encuentran cualquier excusa para generar disturbios, tampoco voy a negar que entre todas las hinchadas pueden encontrarse pungas, rastreros y cualquier cantidad de cachibaches...

Pero los que vamos a la cancha a ver un espectáculo, a alentar a nuestros equipos, a festejar cuando ganamos y a putear cuando perdermos tenemos que pagar por unos cuantos tipos que provocan desmanes y, aún peor, tenemos que pagar la incompetencia policial para realizar un operativo serio y por la ineficacia de estos uniformados que no están preparados bajo ningún punto de vista para contener una situación de violencia. Sería ingenuo pensar que los efectivos de la policía solamente son unos pobres boludos que no están entrenados para estas situaciones, estos pobres boludos son los responsables en la mayoría de lo casos relacionados con "la violencia en el fútbol", ya que cuando no son ellos quienes los generan, no hacen nada por evitarlos más que tirar gases y balas de goma contra todo espectador que esté en las inmediaciones de la cancha.

Uno de los hechos más trágicos del fútbol argentino fue el de "la puerta 12" donde alrededor de setenta personas perdieron la vida en un superclásico "gracias" a la negligencia de la policía federal. Minutos después de ver las imágenes del asesino uniformado que tiraba tiros sin ningún remordimiento en rosario, me enteré de la existencia de un documental sobre el hecho ocurrido en cancha de River (pueden ver la tapa de la película al principio de esta entrada).

El documental no tuvo mucha prensa, así que me pareció que estaba bien darle un espacio en este blog, aunque no tenga nada que ver con el Mambo Criminal.



Les dejo el trailer y un video que muestra alguna de las escenas:









También les dejo la página oficial de la película por si quieren más información:

http://www.puerta12.com/puerta12.htm

16.12.09

Ja ja que fuerte lo del Puticlub.




La número 5 ya la subí hace unas semanas, pero las otras cuatro valen mucho la pena... Imagínense cuando lo veamos a Harry en estas situaciones...

15.12.09

Rock para el negro

Hoy les dejo un cuento del "Negro" Fontanarrosa recomendado por Harry.


Memorias de un wing derecho

Y aquí estoy. Como siempre. Bien tirado contra la raya. Abriendo la cancha. Y eso no me enseño nadie. Son cosas que uno ya sabe solo. Y meter centros o ponerle al arco como venga. Para eso son wines. No me vengan con eso de wing “ventilador” o wing “mentiroso” o las pelotas. Arriba y contra la raya.
Abriendo la cancha para que no se amontonen los forwards en el medio. Nada de andar bajando a ayudar al marcador de punta ni nada de eso. Si el marcador de punta no puede con el wing de él... ¿para qué m... juega de marcador de punta? Lo que pasa es que ahora cualquier mocoso le sale con esas teorías nuevas y nuevas formas de juego o te viene con la “holandesa” o la brasileña y otras estupideces.
¡Por favor! El fútbol es uno solo y a mí no me saca de la formación clásica: el arquero bien parado en la raya y atento. Por ahí escucho decir que Gatti juega por toda el área o sale hasta el medio de la cancha... Y bueno, así le va. Yo al arquero lo quiero paradito en su arco y nada más.
Para eso es arquero. Después una línea de tres. Después otra de cinco. Y arriba que nos dejen a nosotros tres. Más de veinte años hace que jugamos así y nos hemos podrido de hacer goles. De a siete hacemos. Yo ya debo llevar como 6.800. Yo solo... ¡Después me dicen de Pelé! O arman tanto despelote porque Maradona hizo cien. Cien yo hago en una temporada. Y en verano, cuando los pibes se quedan en el club como hasta las dos de la matina, me atrevo a hacer cuarenta, cincuenta goles por semana. Cuarenta, cincuenta. Yo solo... Maradona... ¡Por favor! Y eso para no hablar del centrofoward nuestro. debe llevar más de 12.000 goles. por debajo de las patas... Y...¡el tipo está ahí!
donde deben estar los centrofoward. En la boca del arco. En el área chica. Pelota que recibe, ¡Pum! adentro. A cobrar. Y ojo, que el nueve de los de Boca no es maño tampoco. Es el mismo estilo que el nuestro. Siempre ahí: en la troya. Adonde están los japoneses. ¡Nos ha amargado más de un partido, eh! Yo no he visto los goles que nos ha hecho pero escucho los gritos y el ruido de la pelota adentro del arco.
Le da con un fierro el guacho. Pero, claro, tiene dos wines que son dos salames. Por ahí si jugara al lado mío él también habría hecho como 12.000 goles. ¡Si le habré servido goles al nueve! ¡Si le habré servido goles! Me acuerdo el día del debut. Le estoy hablando de hace 25 años, 25 años, un cuarto de siglo. Sacaron la lona que cubría la cancha y le juro que nos escegueció la luz. Un solazo bárbaro. Yo casi no podía ver por el resplandor en las camisetas, especialmente en las nuestras. Claro, por el blanco. Las bandas rojas parecían fuego. No como ahora, que está saltando todo el esmalte y se ve el plomo. O el piso, del verde ya no queda casi nada. ¡Cómo está ésta cancha! ¡Qué lástima! Qué poco cuidada está. Pero bueno, ese día fue algo inolvidable.
Era domingo al mediodía y se ve que los muchachos estaban alborotados porque esa tarde jugaban River y Boca en el Monumental y ellos se habían reunido en el club para irse todos juntos en el camión para el partido. ¡Huy, lo que era ese día! Y claro, llegaron ahí y se encontraron con que la Comisión Directiva había comprado el metegol.
Yo había escuchado desde abajo de la lona que pensaban inaugurarlo esa noche cuando los socios se juntaban en la sede social a comentar los partidos o tomarse un fernet antes de cenar. Pero... ¡qué!... apenas los muchachos vieron el metegol al lado de la cancha de básquet ni siquiera se molestaron en meterlo adentro.
¡Además, esto es pesado, eh! No sé cuántos kilos debe pesar esto, pero es pesado. Puro fierro, de las cosas que se hacían antes. Bueno, ahí nomás lo destaparon y se armó el partido. Yo calculo, calculo, que había de haber entre 20 y 25 años personal viendo el partido. ¡No menos, eh! No menos. Una multitud. Y había apuestas y todo. Le digo que calculo que había esa gente porque yo ni miré para arriba, le juro, no me atrevía a levantar la vista del cagazo que tenía. Le juro. Uno escuchaba bramar esa tribuna y temblaba.
¡Qué cosa inolvidable! Nosotros, los tres de adelante, tuvimos suerte porque el tipo que nos manejaba se ve que sabía. Yo apenas sentí que se movía, dije: “Hoy vamos a andar bien”. porque también es importante el tipo que a uno le toque para manejarlo. Usted podrá tener condiciones, es más, podrá ser un fenómeno, pero si el que está afuera es un queso, va muerto. Y yo le digo, ahora, con experiencia, yo apenas noto cómo el tipo me mueve ya me doy cuenta si conoce o no. Es una cuestión de experiencia , nada más. No es que uno sea sabio. Escúcheme, usted ve un tipo cómo se para en la cancha y ya sabe cómo juega al fútbol. No tiene necesidad ni de verlo correr. ¡Por favor! Pero ese día se ve que el tipo conocía. No era ni improvisado ni uno que agarra la manija porque está aburrido y para matar el tiempo se juega un metegol. De esos que usted trata de ayudarlos, de darles una mano pero al final el que queda como un patadura es usted. Cuando el culpable es el que tiene la manija. Y usted los escucha gritar: “¡Qué tronco es el siete ese! ¡Qué animal el wing!”. Hay que aguantar cada cosa.
¡Por favor! Pero ese día no. Ese día tuve suerte, lo que es importante en un debut. Y más en un River-Boca. Usted sabe bien cómo son estos partidos. Un clásico es un clásico, digan lo que digan ahora yo ya tengo como 30.000 clásicos jugados y así y todo, le digo, todavía cuando escucho el pique de la primera pelota en la mitad de la cancha me pongo nervioso. Parece mentira. Es que son partidos muy parejos. Somos equipos que nos conocemos mucho. Pero aquél día tuvimos suerte, por lo menos los de adelante. De la mitad de la cancha para adelante la rompimos, la hacíamos de trapo. “Tachola”, me acuerdo que se llamaba el que tenía la manija. Me acuerdo porque le gritaban permanentemente y además porque durante cuatro años vuelta a vuelta venía al club y jugaba. ¡Cómo sabía ese tipo! Lo arruinó la bebida. Cuando llegaba en pedo yo me daba cuenta porque nos hacía hacer molinetes y cada cagada que ni le cuento. Un día me hizo hacer un molinete y yo cacé un chute que la pelota saltó del metegol e hizo sonar un vaso. Me quería hacer pagar a mí el desgraciado. Pero cuando estaba sobrio era
un león. Y ese día la gasté. En la defensa no andábamos tan bien porque el que manajaba a los tres era un salame. Un paspado. Pero con los de adelante bastaba.
No hay mejor defensa que un buen ataque, mi amigo, eso lo sabe cualquiera. ¡Por favor! Ahora se meten todos abajo. Están locos. tres pepas hice ese día. Y las otras tres se las serví al nueve, al morochón. Y no tenía bigotes. Lo que pasa es que algún mocoso se los pintó con birome para que se pareciera a Luque. Un gol, me acuerdo, un gol, la bola rebotó en el corner y se me vino. Ibamos perdiendo uno a cero, porque ¡ojo! habíamos arrancado perdiendo, y la hinchada bramaba. La puse debajo de la suela y casi la astillo. La empecé a pisar y me la traje despacito para el medio. El nueve se fue para la izquierda y el once también, para abrirme un buco. Yo la masé y un par de veces amagué el puntazo, pero el fullback me tapaba el tiro y no veía ángulo para el taponazo. Le cuento que yo no le hago asco a patear y cuando veo luz le sacudo. A mí no
me vengan con boludeces. Pero el rubio que me marcaba me tapaba bien. Entonces yo agarro y la engancho de nuevo para afuera, para mi lado, como para meterle un derechazo cruzado, al segundo palo, a la ratonera. ¡Si habré hecho goles así! Y cuando el rubio me sigue para taparme y el arquero cubre el primer palo, de revés nomás, cortita, la toco para el medio. Y el nueve, sin pararla ché, le puso semejante quema que abolló la chapa del fondo del arco. ¡Qué golazo! ¡Lo que fue eso! Yo lo había escuchado al negro, lo había escuchado. Cuando yo me abrí para la
derecha y ví que la defensa se venía conmigo. Y lo escuché al Negro, lo había escuchado.
Cuando yo me abrí para la derecha ví que la defensa se venía conmigo. Y lo escuché al Negro que me grita: “¡Ah!”. Y se la toqué. Lo mató al Negro. Lo mató. La hacemos siempre a ésa. Diga que ya nos conocen. ¡Qué partido fue ése! Y para esta noche tenemos uno lindo. Si es que vienen los muchachos. Porque los escuché decir que iban a las maquinitas. Siempre hablan de las maquinitas. Vaya a saber qué es eso. Acá una vez al club trajeron una. Yo siempre escuchaba unos ruidos raros, unas cosas como “pluic” “plinc” , “clun” y unas sacudidas. Unas luces. Pero después no lo sentí más. Dicen que se le jodió algo adentro a la máquina, algún fusible y nunca hay guita para comprarlo. Son máquinas delicadas. De ésas que hacen los yanquis. Por eso los muchachos siempre vuelven. Porque el fútbol es el fútbol. Esa es la única verdad. ¡Qué me vienen con esas cosas! Son modas que se ponen de moda y después pasan. El fútbol es el fútbol, viejo. El fútbol. La única verdad. ¡Por favor!


14.12.09

Las despedidas son esos dolores dulces

Me dejaron este mensaje en Facebook:

"Hola a todos los ex alumnos, profesores y autoridades.
Queria informales que este jueves 17 de diciembre se va a estar haciendo la despedida por su jubilacion del Profesor Adolfo Albanese, su familia quiere compartir con todos uds ese momento y lo esperan en el colegio a las 10:00 am.
A todos los que quieran ir estan invitados.
Desde ya muchas gracias
Saludos a todos".

Estaría bueno que los que fueron alumnos de Adolfo y puedan darse una vuelta el jueves aparezcan por el Acosta a las 10hs.


La dicha no es una cosa alegre 2

Ahora sí, les dejo los resultados de los partidos del sábado (que no fueron muchos)

Los Alf G
P
M.Fierro
Metrópolis G
P
P. Vredes
Saragoza* 1
1
C. la Bocha
Ag. Marta 6
2
Quebrados
Mambo Criminal 7
4
Garabaglios
Los Eternos 8
5
Balvanera






*Ganó por penales




12.12.09

La dicha no es una cosa alegre


El Mambo jugó un muy buen partido y se llevó el encuentro de ayer. Harry tuvo una buena actuación en el arco a pesar de que se equivocó en el primer gol, que puso en ventaja a los de verde y naranja cuando iban pocos minutos del primer tiempo. Pero gracias a una gran tarde del Dani y de Pablo, y de todo el equipo, pudo darse vuelta el resulto que en un principio fue adverso.
Quizá la noticia más relevante para el Mambo fue el debut de Sebastián Díaz que tuvo su primer actuación con la casaca criminal.


El resto de la fecha lo subo mañana porque no tengo los resultados.

11.12.09

Mago de la lluvia, deja de llorar

Una vez más el clima quiere impedirnos jugar, no se que le habremos hecho...
La triste realidad es que el torneo está llegando a un final deteriorado, muchos equipos que dijeron "adios" por lo menos hasta el año que viene y cada semana son más los que se bajan por distintas razones.
El Mambo no se rinde y va a seguir jugando hasta que sea necesario, no importa si el trofeo es de oro, de plata, de bronce o de aluminio, primero que nada se juega por el sentimiento criminal y eso es incentivo suficiente para dejar todo en el verde ceped de La Plaza.

Sábado 12 de diciembre de 2009 a las 18:00 El Mambo despide el año ante Los Garabaglios


El resto de la fecha
14:00hs Los Alf
vs. M.Fierro Dorada
15:00hs

vs.

16:00hs

vs.

17:00hs Ag. Marta
vs. Quebrados Final Br.
18:00hs Mambo Criminal
vs. Garabaglios Plateada
19:00hs Balvanera
vs. Los Eternos Dorada
20:00hs Saragoza
vs. C. la Bocha Final Pl.

Sujeto a modificaciones: no estaba muy claro en la página quiénes jugaban a las 15 y a las 16 (o por lo menos yo no lo entendí).

9.12.09

Sueña con que su rollo sea película de amores suaves











Uno de los mejores logros de Quilmes...

8.12.09

Y me cuenta cuentos al ir a dormir

Se acerca fin de año y por lo tanto también se acerca el final del campeonato, cada vez voy a disponer de menos novedades y de menos información para subir a este blog. Encima a esto se suma que cada vez me pongo menos las pilas para actualizarlo, como mi intención es que este espacio dedicado al Mambo no expire (y espero que este sea el deseo de todo el equipo) voy a inventar una serie de secciones nuevas que me permitan tener día por medio algo para subir.

De la misma manera que ya existe el "ciclo de videos" de todos los miércoles, mi idea es inaugurar una sección de cuentos relacionados con el fútbol que se actualice un determinado día de la semana (todavía no decidí cuál).

Espero que les guste la idea... si a alguien tiene alguna sugerencia para una nueva sección por favor hágamela saber.






En esta primera entrega les dejo dos relatos del libro "Fútbol a sol y sombra" del escritor uruguayo Eduargo Galeano: "El hincha" y "El fanático".




El hincha

Una vez por semana, el hincha huye de su casa y asiste al estadio.

Flamean las banderas, suenan las matracas, los cohetes, los tambores, llueven las serpientes y el papel picado; la ciudad desaparece, la rutina se olvida, sólo existe el templo. En este espacio sagrado, la única religión que no tiene ateos exibe a sus divinidades. Aunque el hincha puede contemplar el milagro, más cómodamente, en la pantalla de la tele, prefiere emprender la peregrinación hacia este lugar donde puede ver en carne y hueso a sus ángeles, batiéndose a duelo contra los demonios de turno.

Aquí, el hincha agita el pañuelo, traga saliva, glup, traga veneno, se come la gorra, susurra plegarias y maldiciones y de pronto se rompe la garganta en una ovación y salta como pulga abrazando al desconocido que grita el gol a su lado. Mientras dura la misa pagana, el hincha es muchos. Con miles de devotos comparte la certeza de que somos los mejores, todos los árbitros están vendidos, todos los rivales son tramposos.

Rara vez el hincha dice: «hoy juega mi club». Más bien dice: «Hoy jugamos nosotros». Bien sabe este jugador número doce que es él quein sopla los vientos de fervor que empujan la pelota cuando ella se duerme, como bien saben los otros once jugadores que jugar sin hinchada es como bailar sin música.

Cuando el partido concluye, el hincha, que no se ha movido de la tribuna, celebra su victoria; qué goleada les hicimos, qué paliza les dimos, o llora su derrota; otra vez nos estafaron, juez ladrón. Y entonces el sol se va y el hncha se va. Caen las sombras sobre el estadio que se vacía. En las gradas de cemento arden, aquí y allá, algunas hogueras de fuego fugaz, mientras se van apagando las luces y las voces. El estadio se queda solo y también el hincha regresa a su soledad, yo que ha sido nosotros: el hincha se aleja, se dispersa, se pierde, y el domingo es melancólico como un miércoles de cenizas después de la muerte del carnaval.



El fanático

El fanático es el hincha en el manicomio. La manía de negar la evidencia ha terminado por echar a pique a la razón y a cuanta cosa se le parezca, y a la deriva navegan los restos del naufragio en estas aguas hirvientes, siempre alborotadas por la furia sin tregua.

El fanático llega al estadio envuelto en la bandera del club, la cara pintada con los colores de la adorada camiseta, erizado de objetos estridentes y contundentes, y ya por el camino viene armando mucho ruido y mucho lío. Nunca viene solo. Metido en la barra brava, peligroso ciempiés, el humillado se hace humillante y da miedo el miedoso. La omnipotencia del domingo conjura la vida obediente del resto de la semana, la cama sin deseo, el empleo sin vocación o el ningún empleo: liberado por un día, el fanático tiene mucho que vengar.

En estado de epilepsia mira el partido, pero no lo ve. Lo suyo es la tribuna. Ahí está su campo de batalla. La sola existencia del hincha del otro club constituye una provocación inadmisible. El Bien no es violento, pero el Mal lo obliga. El enemigo, siempre culpable, merece que le retuerzan el pescuezo. El fanático no puede distraerse, porque el enemigo acecha por todas partes. También está dentro del espectador callado, que en cualquier momento puede llegar a opinar que el rival está jugando correctamente, y entonces tendrá su merecido.



7.12.09

Se escapó....


















¿La tortuga?
No. Lo que se escapó, burlando al título que puse el viernes, fue el final del campeonato para el Mambo.
En realidad sólo se postergó lo ineludible ya que algún día el campeonato va a llegar a su fin ¿o no?. Todo depende de que este clima puto, que ahora acumula bronca durante la semana para llover los sábados, permita jugar las dos fechas que restan para terminar el clausura.
Aunque la cosa viene mejorando, la lluvia este sábado se solidarizó y dejó que se jugara un partido, uno solo, donde se vieron las caras Los Alf y Masturbanda (ni idea de como terminó).

Ya no me quedan frases de Los Redondos relacionadas con la lluvia, el agua, los charquitos, ni nada que se le parezca... Lo peor es que si esto sigue así no me van a alcanzar todos las canciones de rock nacional para seguir poniéndo títulos. Así que hoy opté por no quemarme la cabeza buscando en las metáforas del Indio, ni revolviendo entre las letras de ninguna otra banda...

Saludos, aguante el Mambo

4.12.09

Todo concluye al fin, nada puede escapar

Mañana finaliza la participación del Mambo en el clausura ´09. No pude hacer la tapa de olé cómo todos los viernes, pero bueno, la idea era que todos estuvisen informados...

El sábado 05 de diciembre a las 18:00hs en "La Plaza" (Cochabamba 2335, entre Matheu y Pichincha) Mambo Criminal vs. Los Garabaglios.



El resto de la fecha:

13:00hs Masturbanda
vs. Los Alf Dorada
14:00hs Caravan
vs. Metrópolis Revancha
15:00hs Pachanga
vs. P. Verdes Revancha
16:00hs Picapiedras
vs. Los Gedes Plateada
17:00hs Ag. Marta
vs. Quebrados Revancha
18:00hs Mambo Criminal
vs. Garabaglios Plateada
19:00hs Balvanera
vs. Los Eternos Dorada
20:00hs Saragoza
vs. C. la Bocha Plateada

3.12.09

Queremos todo, un poco más de todo








Un fenómeno Apo, digan lo que digan algunos que no saben apreciar su arte.

Ayer no pude subir el video de todos los miércoles... pero mejor tarde que nunca...

1.12.09

Nadie es perfecto

Yo le había dicho a la mayoría que en la próxima fecha nos íbamos a enfrentar contra el ganador de Picapiedras - Corta la Bocha, pero esta información es errónea. Jugamos contra los Garabaglios, este sábado a las 18:00.


30.11.09

La imágen te desfiguró

















Nueva sección en el archivo criminal. De ahora en adelante vana poder exhibir por el mundo su pasión por el Mambo.
La idea es que todos los que tengan una foto con la remera del Mambo en algún viaje que hicieron o en sus casas o en una fiesta o donde sea, la manden para que la pueda subir a esta sección.



25.11.09

Me dan una mano que vengo medio fané



Aunque sea una chivo de DirectTV vale la pena...

Disculpen que venga medio muerta la cosa, pero en breve el blog va a volver a contar con la prolijidad que los tienen acostumbrados :P

21.11.09

Y asi están las cosas, viejo: mucha cancha embarrada, demasiadas flores para tan poco jardín…


















Otra fecha que se suspende por lluvia... y van?

El partido del Mambo, que iba a ser contra Metrópolis porque Martín Fierro canceló, se vio afectado por la lluvia al igual que toda la fecha. Esto retrasa aún más el final del torneo que, si todo salía bien, tenía fecha para culminar el 19 de diciembre, parece que los ex alumnos vamos a ver la final del Clausura ´09 esperando a Papa Noel...

Otro tema: Hoy se sortea, por lotería nacional, el bono contribución del Gimnasio del Acosta, los que hayan comprado rifas, téngalo en cuenta

20.11.09

Acá estamos otra vez...


Perdonen que en toda esta semana no haya habido actividad en el blog, pero la verdad es que el tiempo es un recurso que hay que saber aprovechar y a mi me falta aprender mucho...
Yo se que en un principio no íbamos a jugar y por eso múchos se comprometieron con otras cosas. Pero bueno, al final jugamos y la verdad que es un lindo partido para disputar...
El sábado 21 de noviembre a las 16:00hs en "La Plaza" (Cochabamba 2335, entre Matheu y Pichincha) Mambo Criminal vs. Martín Fierro.


El resto de la fecha
13:00hs Picapiedras
vs. C. la Bocha Plateada
14:00hs Saragoza
vs. Los Gedes Plateada
15:00hs Garabaglios
vs. San Juan Plateada
16:00hs Mambo Criminal
vs. M.Fierro Amistoso
17:00hs P. Verdes
vs. Ag. Marta Revancha
18:00hs Caravan
vs. Quebrados Revancha
19:00hs Masturbanda
vs. Balvanera Dorada
20:00hs La N°20
vs. M. al Bicho Dorada

13.11.09

Tarde en la noche..."La Plaza" en Constitución

Quedamos afuera de la lucha por el campeonato, pero seguimos jugando y es importante demostrar que también seguimos vivos.
Jugar la copa de plata puede no ser la mayor de las motivaciones, pero dejar al Mambo lo mejor parado posible si. Por eso mismo mañana hay que dejar todo en la cancha y demostrar que el respeto que se supo ganar el Mambo no fue por casualidad.


El sábado 14 de noviembre a las 20:00hs en "La Plaza" (Cochabamba 2335, entre Matheu y Pichincha) Mambo Criminal vs. Saragoza




El resto de la fecha
13:00hs Los Eternos
vs. Los Alf Dorada
14:00hs P. Verdes
vs. Ag. Marta Revancha
15:00hs Pachanga
vs. Caravan Revancha
16:00hs Pressing
vs. Los Gedes Plateada
17:00hs San Juan
vs. C. la Bocha Plateada
18:00hs Dean Funes
vs. La N°20 Dorada
19:00hs M.Fierro
vs. M. al Bicho Dorada
20:00hs Mambo Criminal
vs. Saragoza Plateada
21:00hs Picapiedras
vs. Garabaglios Plateada

Mambo Criminal F.C.