Hoy una rareza, una definición interminable ocurrida hace casi 90 años.
Tras empatar en la primera colocación del torneo de 1923, Boca y Huracán debieron jugar una serie desempate para definir el campeón.
En aquellos tiempos, el Globo de Parque Patricios venía de ser bicampeón entre el '21 y el '22, y repetiría en el '25 y '28. En el xeneize brillaban jugadores como el fino defensor Ludovico Bidoglio y Domingo Tarasconi, cuarto goleador histórico del club.
Para definir, se jugó primero en el estadio de Sportivo Barracas, en esa época el más importante del país, y allí ganó Boca 3-0. Dos semanas después, en la misma cancha, el ganador fue Huracán por dos tantos de ventaja. Como la diferencia de gol no contaba, hubo que recurrir a un tercer partido.

Este se jugó en GEBA, allí el encuentro finalizó 0-0, incluso luego de media hora de alargue. Ante la igualdad, se decidió que se juegue un cuarto partido, tres semanas después. En este caso se retornó al estadio de Sp. Barracas y allí el ganador fue Boca por 2-0, consagrándose así campeón.
Esta definición, histórica, la más larga del mundo probablemente, duró 390 minutos y 43 días. Hay quienes dicen que los penales son lotería, y exigen que los partidos se jueguen hasta que haya un ganador. Esta gente no sabe de fútbol y no entiende que en un tiro penal es necesario tener técnica, frialdad y concentración, y no solamente suerte, lo cual otorga un mérito tanto al pateador como al arquero.
Harry (C)
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